martes, 21 de agosto de 2018

CASUALIDAD O MISTERIO



D. Dionisio Pérez de Escobosa



Hace unos días, publiqué en mi blogs de Motilla una entrada sobre este cuadro, que poco después modifiqué. Os dije que muy pronto sabríamos quién era este personaje. Estoy seguro de que los que habéis comprado el libro de la Feria, ya habréis leído el artículo de Margarita Toledo Algarra. Cuando me enteré de que iba a salir su artículo sobre el cuadro en el libro de nuestra fiesta, me pareció justo modificar el mío.


Ahora que ya sabemos quién era el personaje y por qué tenemos el cuadro en nuestra Ermita, voy a hacer una observación sobre él que me llamo mucho la atención, si no como pintor, si como curioso o “lacenero” que decimos en Motilla.








Casualidad o misterio, el personaje, Don Dionisio Pérez de Escobosa, tiene en el cuadro las dos pupilas perforadas, o sea sin pintura. Digo casualidad, porque a pesar de los más de trescientos años, está bastante bien conservado, y sería mucha casualidad que se hubieran estropeado las dos a la vez, pero nada es imposible. Y digo misterio, porqué… si no fuera casualidad, que motivo o fin produjo ese daño en el retrato.

A mí, en el momento de descubrir los agujeros en el rostro del obispo, sería por mi carácter novelesco, me vinieron a la mente, esas imágenes de películas donde alguien observa tras los ojos de un cuadro.



Detalle de la perdida de pintura en los ojos


Ahora ya conocemos el nombre del personaje, pero será muy difícil, por no decir imposible, saber si el deterioro de los ojos fue casualidad o misterio. Han pasado casi trescientos cincuenta años desde que murió, y no creo que lo pintaran después de su muerte. Por cierto, ¿quién sería el pintor? Claro que leyendo el artículo de Margarita, y viendo las relaciones que tuvieron con la corte, sus familiares, no me extrañaría que… vuelvo a mi mente imaginativa, el cuadro sirviera para algo más que decorar.

1 comentario:

lovemotilla dijo...

En el libro de Juliana, si no recuerdo mal, aparece un documento de su sobrina, cediendo el cuadro de su tío, el Obispo de Zamora (que habia sido visitador en Cuenca) para la sacristía