portada del libro. Tomo I |
Este es el título del libro publicado en 1872, que cuenta el viaje de cuatro amigos, cada uno de una parte de España, hicieron para conocerla. El viaje surgió a raíz de una discusión sobre que tierra era mejor. Por supuesto cada uno defendía su tierra natal, y ello les llevo a iniciar el viaje.
He creído muy interesante incluir el capítulo completo. Pero lo que me ha llamado la atención es un párrafo, que he remarcado en color, en el que habla de la educación y los políticos. Como podemos ver han pasado más de 140 años, pero la situación parece ser la misma.
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Aquella noche pasáronla los cuatro amigos en casa de unos conocidos de D. Cleto, donde entretuvieron agradablemente un buen espacio, saliendo el inmediato dia para Motilla del Palancar, cabeza del partido judicial de su nombre.
XXIV
Motllla del Palancar
Larga
fue la jornada que desde Cardenete hubieron de hacer nuestros amigos para llegar
á la cabeza del partido, con cuyo nombre encabeza el presente artículo.
Durante
el trayecto que hubieron de recorrer, pasaron por algunos pueblos sin
importancia alguna, llegando -ya entrada la noche al punto de su destino.
Por
suerte suya, pues bien necesario les era un cómodo alojamiento, fueron á parar a
casa de un íntimo amigo de su guia, donde hallaron lo que difícilmente pudieran
encontrar en la posada.
Acogiéronles
los dueños de la casa con extraordinario afecto, y apenas el amigo de D. Cleto
se hubo enterado del objeto que los conducia allá, dijo:
—Poco
pueden Vds. encontrar en esta villa; cabeza de partido desde ayer, su historia es
muy exigua, y mas recuerdos guardan algunos otros pueblos de su distrito y mas
curiosidades encierran, que la misma Motilla.
—Hemos
venido aquí—repuso D. Cleto,—porque nos precisaba, tanto para ir á la Minglanilla,
cuanto para visitar Iniesta y Alarcon. Además, que nos era necesario algún reposo
después de los dias que llevamos de viaje por esas asperezas, y en ninguna parte
podíamos encontrarle mejor que en tu casa.
—Mucho
me hubiera ofendido que no vinieras á ella.
—Sin
embargo—repuso Azara,—abuso es el haber venido tantos, pues lo que es agradable
respecto á uno...
—Lo es
también respecto á los demás—se apresuró á decir el dueño de la casa
interrumpiendo al aragonés—máxime viniendo en compañía de una persona á quien
aprecio tanto.
Los
jóvenes agradecieron cumplidamente las finezas de D. Pedro, que así se llamaba el
amigo de su cicerone, y al dia siguiente acompañados por él salieron á visitar
la población.
Motilla
del Palancar, partido judicial de ascenso, villa con ayuntamiento en la
provincia y diócesis de Cuenca, ocupa una gran extensión en la orilla izquierda
del Júcar.
Su clima
es bastante frió pero sano, aun cuando hay varios pueblos en el partido en que
padecen intermitentes y carbuncos.
—¿Qué
tal es el terreno de este partido?—preguntó Sacanell.
—Mas
bien montuoso que llano, y especialmente por la parte del N., á causa de penetrar
por ese sitio algunos ramales de la sierra de Cuenca.
—Es
decir, que no existirán elevadas montañas como en otros lugares que hemos visitado.
—No,
señor—contestó D. Pedro que era quien satisfacía la curiosidad de los jóvenes, tarea
que le abandonara D. Cleto, pues decía que satisfaría mejor que él las
preguntas de los curiosos.
—La
parte montañosa estará regularmente tan poblada como la mayor parte de las que
tenemos recorridas.
—Sobre
eso hay mucho que hablar, pues son tantas y tan faltas de buena dirección las
cortas que se hacen, que llegaremos quizás á verlos despoblados. Abunda mucho la
mata baja, roble, carrasca, salinas, romeros y plantas medicinales, y los pinos
que no aprovechan para madera de construcción sirven para el carboneo.
—¿Tiene
alguna especialidad el terreno?
—Abunda
generalmente en casi todo, el carbonato de cal, especialment» por la parte de
Tevar donde se ven masas considerables, también hay algún yeso, pero no en gran
cantidad.
—¿Y
minerales?
—Algunos,
pero en cortas porciones.
—¿Qué
rios recorren el partido?
—El
Júcar fertiliza una porción de poblaciones, aun cuando siempre va costeándole. Hay
distintos puentes, unos buenos y otros bastante malos, que hacen preferible el
vado, y pone en movimiento distintos molinos harineros. Además hay algunos
arroyos, de los que no hago mención por su insignificancia.
—¿Es
productivo el terreno?
—Mucho,
particularmente las cañadas, que abundan bastante en todo el partido.
—Es
decir, que habrá buenas cosechas de cereales.
—No crea
V. que se reduce á esto solo; el azafrán se cosecha en grande escala, y también
tenemos muy regulares viñedos y olivares.
—Habrá
pastos.
—Los
terrenos que por su situación no son á propósito para labrar, se destinan á ese
objeto.
—El mal
que tendrán Vds. aquí—dijo Pravia,—será el general de todo el partido, la falta
de vias de comunicación.
—¡Oh!
no, señor; tenemos la antigua carretera de las Cabrillas, que conduce de
-Madrid á Valencia, y muchas otras locales que. aun cuando en no muy buen
estado, sirven para lo preciso.
—Por
supuesto que en cuanto á la industria creo que será excusado preguntarle.
—Nula.
Aquí la generalidad están dedicados á la agricultura, é inútil es que diga V. á
mis paisanos que empleen una parte de su capital en esta ó aquella especulación
agena a lo que conocen y practican; nadie les sacará de su camino. Así es que
no busquen Vds. aquí, mas que las
indispensables para atender á las primeras necesidades.
—Siendo
así, el comercio estará muy decaído.
—Todo él
se reduce á la exportación de los granos y caldos sobrantes, carbón y madera, é
importación de salazones, arroz, telas y géneros ultramarinos.
—Bien
poco es.
—Tenemos
aquí en la villa un mercado semanal, que se reduce á la venta de granos y otros
artículos. que traen los labradores de los pueblos inmediatos. En Iniesta hay
una feria en el mes de setiembre, y esa sí está bastante surtida de
quincallería, telas, muebles, ganados y otros artículos.
—Y el
carácter general de la población ¿qué tal es?
—Como el de la mayoría de la
provincia; un tanto indolente y algo bullicioso v pendenciero.
Conforme
iban los jóvenes haciendo preguntas, que el buen amigo de D. Cleto se apresuraba á satisfacer, recorrían la población.
Esta se
compone de unas setecientas casas de muy regular construcción en su mayor parte,
probando con esto el bienestar de la mayoría de los vecinos. Las calles son
regulares, espaciosas y con el piso en buen estado, con dos plazas grandes.
—¡ Hombre! buen edificio es el de la
iglesia, —dijo Castro fijando sus miradas en la parroquial, á cuya puerta
habían llegado.
—Sin
tener nada de notable—repuso D. Pedro,—sin que se recomiende por ninguna belleza
arquitectónica, es capaz y sólida, y responde perfectamente al objeto que representa.
—¿ Bajo
qué advocación está ?
—San Gil
es el titular, y además tenemos una ermita dedicada á la Virgen de la Concepción.
—¿Es de entrada ó de término el
curato?
— De
término. El culto está á cargo del cura, un beneficiado, un teniente y un
sacristán.
Los
viajeros penetraron en el templo, donde efectivamente encontraron justificadas las
aseveraciones de D. Pedro, puesto que artísticamente considerado nada vieron de
particular; y cuando de él salieron dijo Sacanell:
— Puesto
que ya conocemos esto, sepamos algo respecto á la instrucción.
—
Tenemos varias escuelas, tanto de niños como de niñas, con una asistencia que por término medio podemos
fijarla de ciento cincuenta á doscientos alumnos de ambos sexos.
— ¿Y qué
población tiene la villa?
—De dos mil ochocientas á tres mil almas.
—Todavía
es corto el número de alumnos. Precisamente ese debia ser un ramo que habría de
mirarse con una atención especial por parte de los Gobiernos.
—En
muchos debían fijarse, amigos míos, pero qué va V. á hacerle, si apenas les queda
tiempo para nada con la política.
—Tiene
V. razón, y si al menos esa política fuera beneficiosa para el país...
— Basta,
señores, basta—repuso D. Cleto; —hemos convenido
no hablar mas de ella durante nuestro viaje, tanto porque á nada conducirían
nuestras declamaciones sobre ese punto, cuanto porque nuestra misión no es la
de penetrar en esos asuntos que mas que políticos, como Vds. los llaman, yo
quizás los calificaría de intereses personales ; con que así, punto final sobre
ese asunto y sigamos adquiriendo noticias sobre lo que Vds. apetecen.
—
Oportuna es la observación — dijo Castro sonriéndose.
—Diga V.
D. Pedro, ¿ cómo están Vds. de aguas en esta población ?
—En su
mayor parte son salobres, pero abundantes.
—Observo
que también tienen Vds. por aquí algunos telares.
—Sí,
señor; pero de telas ordinarias tanto de lana como de lienzo que son para uso de
las clases menos acomodadas.
—¿Queda
algo más que ver?—preguntó Pravia después que hubieron visitado la Casa
municipal y la cárcel.
—Nada;
ya les he dicho que esta villa es de fecha moderna , y por lo tanto inútil es
que busquen antigüedad ni recuerdos históricos notables.
—Según
eso, pronto emprenderemos nuestra marcha, ¿no es así D. Cleto?
—Mañana,
si Vds. quieren, nos dirigiremos á Minglanilla.
—Y yo
tendré el gusto de acompañarles—dijo D. Pedro,—pues precisamente he de ir para
un asunto mió. Con eso les serviré de guia en aquellas tan notables como riquísimas
salinas.
—Mucho
placer tendremos en ello.
Y entre
cumplidos y bromas, pues los cuatro viajeros eran jóvenes y decidores,
regresaron a la casa de su amable
huésped, preparándose para la expedición del siguiente dia.
XXV.
Minglanilla. —Sus riquísimas
salinas.
A las
primeras horas de la mañana, en una tartana que D. Pedro puso á disposición de
los jóvenes con objeto de que hicieran mas cómodamente el viaje, salieron de Motilla
del Palancar con dirección á Minglanilla.
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